jueves, 30 de octubre de 2014

Vidrieras

En nuestro recorrido histórico-artístico paramos en la Edad Media para contemplar y admirar las maravillosas vidrieras que llenaban de color los diferentes espacios donde eran colocadas.

   “La vidriera es una forma de arte en que el artífice compone la obra a modo de una partitura que solo será comprensible cuando la luz, interprete de la misma, haga vibrar sus colores y sus matices.”
   La vidriera transforma la luz y crea una atmósfera que influye en espacio y en el ánimo.

Historia

   Los primeros documentos nos remontan a la primera mitad del siglo IX, pero todo indica que probablemente su empleo es muy anterior. Probablemente en Bizancio donde comenzó a sustituirse en los mosaicos el mármol y la piedra natural por pequeños trozos de vidrio y comenzó a emplearse el plomo como material de ensamblado de las distintas piezas.

   El arte de la vidriera se incorpora así a las demás artes para desarrollarse y expandirse.
   Este nuevo arte se introduce con fuerza en la edad media gracias a la ágil mentalidad empírica de los artesanos medievales.
Chartres se convierte en el siglo XIII en uno de los principales centros de difusión de la vidriera en Europa y con escasas innovaciones técnicas (el descubrimiento del esmalte y el amarillo de plata fueron algunas de ellas) continuó su evolución hasta el siglo XVI en que comienza un lento declive achacable a motivos socio culturales y derivados de una cierta desviación de la vidriera como composición hacia la pintura sobre vidrio.

TÉCNICAS DE ELABORACIÓN DE VIDRIERAS ARTÍSTICAS

  El trabajo del vidrio forma parte de las artes del fuego, junto a la cerámica, la azulejería y el esmalte.
  El vidrio se fabrica mediante la fusión de óxidos de sílice y otros materiales. Se trabaja a altas temperaturas, para conseguir objetos de uso cotidiano.
  Una de las aplicaciones artísticas más interesantes del vidrio es la fabricación de vidrieras, cuyo desarrollo fue especialmente importante en la baja Edad Media y a finales del siglo XIX, en época modernista.
   Para su realización es preciso llevar a cabo, previamente, un dibujo con el motivo que ha de representarse en la vidriera. Después se cortan los trozos de vidrios de colores, que pueden, eventualmente, ser pintados con óxidos metálicos para conseguir formas y detalles.
   Las piezas se ensamblan por medio de tiras de plomo. Finalmente, la estructura se acopla en una armadura, por lo general, de hierro.
   En las catedrales góticas la vidriera tiene fundamental importancia, tanto por el efecto sensorial que produce la luz coloreada, que sugiere la intangibilidad del espíritu de Dios, que ilumina a su iglesia, como por su simbolismo protector y su capacidad metafórica: el sol entra y sale por la vidriera, sin romperla ni mancharla, como quedó intacta y sin mancha la Virgen María después de la concepción y nacimiento de Cristo.


                                                                                             

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